Conoce al villano: Sergi Bellver
Posted: November 12, 2010 by editor in
0
Conoce al villano: Sergi Bellver
¿Qué opinión te merecen los personajes villanos en general? ¿Hubo alguno que te marcara como lector?
Estaría muy bien comenzar citando a Tolstói, cuando en Ana Karénina habla de las familias felices y las desgraciadas, ya sabes, pero la verdad es que todo es mucho más sencillo: la literatura cuenta siempre la historia de un conflicto y son nuestras sombras las que ofrecen un material más interesante para explorar la condición humana. En cierto sentido, somos todos un poco villanos. Nos aburre la felicidad del prójimo, al menos, literariamente. En cuanto a villanos de ficción, la propia distancia con el texto me los había planteado siempre como arquetipos, desde Frankenstein (era el doctor el verdadero villano, no el pobre engendro) a Mr. Hyde, pero conforme voy viviendo me voy dando cuenta de que la villanía más angustiosa viene camuflada en la gente corriente, capaz de todo bajo la presión adecuada. Aparte, si alguna vez hay una segunda convocatoria de la banda villana, para entonces me reservo al pequeño Steward Griffin. La relación con su madre es una mezcla de tragedia griega, comedia de Shakespeare, cabaret años 30 y Super Bowl. Delicioso.
¿Podrías contarnos (sin develarnos la trama, claro) un poco acerca del proceso creativo de tu cuento? ¿Cómo llegaste a él?
Debo decir que todo el tema de la Segunda Guerra Mundial y en especial de los nazis forma parte de mis filias y fobias personales y literarias. Recuerdo, por ejemplo, cómo de pequeño lo que de veras me provocó pesadillas fue la serie Holocausto, sobre los campos de exterminio, y no las historias de vampiros y hombres-lobo, que por otro lado excitaban mi imaginación más como héroes incomprendidos que como villanos. Creo que nuestra especie alcanzó en aquella Europa asolada, y quizá por primera vez, unas cotas de refinamiento en el mal y en la cosificación del otro que marcaron un punto de no retorno. Y no recordaré a Adorno ahora, que para colmo rima, pero sí, la poesía, Auschwitz, todo aquello, en fin, nuestra cualidad humana puesta en jaque por los totalitarismos.
En “Los ojos de Sarah” juego con la historia real de Josef Mengele, sobre la que me documenté durante semanas, y la mezclo con una ficción muy particular. Es cierto que el Mengele prófugo llevó varios diarios, o que su ruta sudamericana siguió más o menos los pasos que marco en el cuento, incluyendo el final del camino, pero todo lo demás es invención mía para poder plantear la reflexión que me interesaba hacer con ese texto.
En cuanto a la estructura del relato, me inspiré vagamente en El corazón de las tinieblas de Conrad, imaginando a un agente renegado del Mossad que (eso sí, junto a una mujer, para contrastar aún más la involución del personaje) sigue la pista del fugitivo nazi para darle caza pero que, en el proceso, se va viendo poco a poco atrapado por las mismas sombras del odio, en un juego de espejos con Mengele que el lector entenderá desde el comienzo. También trato el tema del sueño y de cómo la memoria construye y reformula los recuerdos a voluntad. Desde un punto de vista más superficial, algunos lectores ya me han comentado que la narración tiene cierto pulso de género negro o de intriga, y me alegra que así sea, porque una cosa es ser villano y otra, imperdonable, aburrir al personal. De todos modos, lo importante en este cuento, para mí, era cuestionarme esa visión prestada y maniquea del “bien” y del “mal”. Espero que el lector me acompañe en ese viaje y saque sus propias conclusiones.
¿Temes que tus amigos y familiares ya no te miren con los mismos ojos luego de esta experiencia escribiendo para La Banda de los Corazones Sucios? Después de todo, ya eres un villano graduado.
A mis amigos y enemigos más les vale acostumbrarse, porque el libro de relatos en el que estoy trabajando sigue dándole vueltas al tema del bien y del mal, a través de varias historias en las que los personajes nunca se definen del todo, siempre moviéndose entre la luz y la penumbra. De hecho, y aunque sitúo mis cuentos en lugares muy distintos, de Barcelona a Moscú, en la terminal de un aeropuerto o en un paisaje castellano, en una de las narraciones regreso al tema de los nazis.
En cuanto a mi familia, ya la tengo escarmentada: todavía guardo trozos del tío Adalberto en el congelador y de vez en cuando me doy un festín. Francamente, no estuvo bien que me reprendiera delante de todos por mis lecturas juveniles y en casa es sabido que yo, desde niño ya, fui siempre muy susceptible.
Sergi Bellver (Barcelona, 1971) es escritor, editor y crítico literario. Responsable de la edición y el prólogo del libro Chéjov comentado (Nevsky Prospects, 2010), prepara otros proyectos para dos editoriales españolas. Es profesor de Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès y de Escuela de Escritores de Madrid y ha colaborado con medios como la Cadena SER. Publica artículos y reseñas en las revistas Tiempo, BCN Week y Standdart y en las páginas digitales Revista de Letras, Culturamas, Revista Kafka y La tormenta en un vaso. En la actualidad trabaja en un libro de relatos y en una novela. La banda de los corazones sucios supone su estreno como narrador. Página: sergibellver.blogspot.com
Foto de Carmen F. Etreros
¿Qué opinión te merecen los personajes villanos en general? ¿Hubo alguno que te marcara como lector?
Estaría muy bien comenzar citando a Tolstói, cuando en Ana Karénina habla de las familias felices y las desgraciadas, ya sabes, pero la verdad es que todo es mucho más sencillo: la literatura cuenta siempre la historia de un conflicto y son nuestras sombras las que ofrecen un material más interesante para explorar la condición humana. En cierto sentido, somos todos un poco villanos. Nos aburre la felicidad del prójimo, al menos, literariamente. En cuanto a villanos de ficción, la propia distancia con el texto me los había planteado siempre como arquetipos, desde Frankenstein (era el doctor el verdadero villano, no el pobre engendro) a Mr. Hyde, pero conforme voy viviendo me voy dando cuenta de que la villanía más angustiosa viene camuflada en la gente corriente, capaz de todo bajo la presión adecuada. Aparte, si alguna vez hay una segunda convocatoria de la banda villana, para entonces me reservo al pequeño Steward Griffin. La relación con su madre es una mezcla de tragedia griega, comedia de Shakespeare, cabaret años 30 y Super Bowl. Delicioso.
¿Podrías contarnos (sin develarnos la trama, claro) un poco acerca del proceso creativo de tu cuento? ¿Cómo llegaste a él?
Debo decir que todo el tema de la Segunda Guerra Mundial y en especial de los nazis forma parte de mis filias y fobias personales y literarias. Recuerdo, por ejemplo, cómo de pequeño lo que de veras me provocó pesadillas fue la serie Holocausto, sobre los campos de exterminio, y no las historias de vampiros y hombres-lobo, que por otro lado excitaban mi imaginación más como héroes incomprendidos que como villanos. Creo que nuestra especie alcanzó en aquella Europa asolada, y quizá por primera vez, unas cotas de refinamiento en el mal y en la cosificación del otro que marcaron un punto de no retorno. Y no recordaré a Adorno ahora, que para colmo rima, pero sí, la poesía, Auschwitz, todo aquello, en fin, nuestra cualidad humana puesta en jaque por los totalitarismos.
En “Los ojos de Sarah” juego con la historia real de Josef Mengele, sobre la que me documenté durante semanas, y la mezclo con una ficción muy particular. Es cierto que el Mengele prófugo llevó varios diarios, o que su ruta sudamericana siguió más o menos los pasos que marco en el cuento, incluyendo el final del camino, pero todo lo demás es invención mía para poder plantear la reflexión que me interesaba hacer con ese texto.
En cuanto a la estructura del relato, me inspiré vagamente en El corazón de las tinieblas de Conrad, imaginando a un agente renegado del Mossad que (eso sí, junto a una mujer, para contrastar aún más la involución del personaje) sigue la pista del fugitivo nazi para darle caza pero que, en el proceso, se va viendo poco a poco atrapado por las mismas sombras del odio, en un juego de espejos con Mengele que el lector entenderá desde el comienzo. También trato el tema del sueño y de cómo la memoria construye y reformula los recuerdos a voluntad. Desde un punto de vista más superficial, algunos lectores ya me han comentado que la narración tiene cierto pulso de género negro o de intriga, y me alegra que así sea, porque una cosa es ser villano y otra, imperdonable, aburrir al personal. De todos modos, lo importante en este cuento, para mí, era cuestionarme esa visión prestada y maniquea del “bien” y del “mal”. Espero que el lector me acompañe en ese viaje y saque sus propias conclusiones.
¿Temes que tus amigos y familiares ya no te miren con los mismos ojos luego de esta experiencia escribiendo para La Banda de los Corazones Sucios? Después de todo, ya eres un villano graduado.
A mis amigos y enemigos más les vale acostumbrarse, porque el libro de relatos en el que estoy trabajando sigue dándole vueltas al tema del bien y del mal, a través de varias historias en las que los personajes nunca se definen del todo, siempre moviéndose entre la luz y la penumbra. De hecho, y aunque sitúo mis cuentos en lugares muy distintos, de Barcelona a Moscú, en la terminal de un aeropuerto o en un paisaje castellano, en una de las narraciones regreso al tema de los nazis.
En cuanto a mi familia, ya la tengo escarmentada: todavía guardo trozos del tío Adalberto en el congelador y de vez en cuando me doy un festín. Francamente, no estuvo bien que me reprendiera delante de todos por mis lecturas juveniles y en casa es sabido que yo, desde niño ya, fui siempre muy susceptible.
Sergi Bellver (Barcelona, 1971) es escritor, editor y crítico literario. Responsable de la edición y el prólogo del libro Chéjov comentado (Nevsky Prospects, 2010), prepara otros proyectos para dos editoriales españolas. Es profesor de Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès y de Escuela de Escritores de Madrid y ha colaborado con medios como la Cadena SER. Publica artículos y reseñas en las revistas Tiempo, BCN Week y Standdart y en las páginas digitales Revista de Letras, Culturamas, Revista Kafka y La tormenta en un vaso. En la actualidad trabaja en un libro de relatos y en una novela. La banda de los corazones sucios supone su estreno como narrador. Página: sergibellver.blogspot.com
Foto de Carmen F. Etreros