La Banda de los Corazones Sucios reseñada en revista Fondo Negro (Bolivia)
Posted: September 22, 2010 by editor in
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Imaginar el mal
Por Mauricio Murillo
En un libro ya clásico, El juguete rabioso de Roberto Arlt, aparece uno de los villanos más emblemáticos de la literatura hispanoamericana: Silvio Astier. En el transcurso de toda la novela nos encontramos con el influjo de la villanía en el deseo de Astier de hacer el mal, que sólo logra hacia el final con un acto más vil que violento. Astier quiere sentirse lo más bajo posible al traicionar sin ninguna razón a un amigo que ha confiado en él (la razón, en todo caso, es la de experimentar la vileza). Así, Astier no es un asesino ni un psicótico, sino un villano que se acerca al mal de la manera más inquietante: por las ganas de hacerlo y por la experimentación. Desde la traición que realiza, Astier afecta la realidad, la trastoca con ese acto villano.
Es de esta búsqueda, me parece, de donde nace la tradición de los cuentos del último libro publicado por Editorial El Cuervo de La Paz. Este libro es, pues, como nos dice en el prólogo Salvador Luis, compilador del conjunto, “un libro de cuentos que sólo desea el mal”.
Para adentrarse en la lectura de estos catorce cuentos de escritores hispanoamericanos es necesario entender que las narraciones que vamos a encontrar versan sobre la maldad, ya sea desde la experimentación o desde la observación. Es por esto que el humor negro que recorre la antología es una de las características más importantes que unen los catorce cuentos. Ahora bien, para acercarse a un libro macabro el lector tendrá que dejar a un lado los burdos prejuicios y los puritanismos racionales. Como dice Salvador Luis en el prólogo: “practicar el mal para regocijarse en la maldad”. Esto es lo que buscan los autores de los relatos compilados en La banda de los corazones sucios. Asesinos, paranoicos, estudiosos, carcelarios, nazis, dictadores, gobernantes, lumpen, alcohólicos, entre otros, desfilan en las páginas del libro para mostrarnos varias versiones de la maldad. Se mata, por ejemplo, por venganza, por placer, por odio... En el cuento Ciencias virales, del escritor Juan Terranova (que también ha publicado el libro Música para rinocerontes en la misma editorial paceña) leemos: “Los nuevos héroes negativos son sinceros, no son buenos, son malos, nos van a lastimar, y nos van a liderar entre el humo del masoquismo hacia el caos en su propio beneficio. Serán honestos en eso y sólo en eso”. Es esta la fascinación que ejerce la mayoría de los personajes de esta antología. Así entendemos el poder de los villanos en la literatura universal. En el cuento Correcto Doctor Gault, de Leonardo Cabrera, un asesino condenado le escribe a su psiquiatra: “Antes que yo muchos hombres buenos y valiosos serán olvidados”. En Pavura, de Antonio Ortuño, el narrador comenta: “Imagino que el niño de brazos que portean dos padres risueños puede haber sido atiborrado de algún líquido corrosivo y pernicioso que envenene la atmósfera”. En este sentido, los efectos de la maldad se encuentran muy ligados a las elucubraciones de la imaginación. La villanía está, y muy importantemente, en la posibilidad de imaginar. La maldad parte de la fantasía. Un villano no puede existir sin imaginación, como tampoco los escritores de esta banda de corazones sucios. Antes que asesinos o torturadores, los escritores eligen hacer el mal desde un escritorio. Esta paradoja es parte del humor negro que instaura el libro y de la misma literatura villana en general. La maldad puede ser instintiva o intelectual, pero siempre parte de la imaginación. En el prólogo, Salvador Luis apunta: “son personajes de la vida y de la ficción que no siempre honran el código heroico, sino que más bien lo subvierten y lo ponen en jaque”. Es así que en el libro se mezclan personajes reales e imaginarios, todos reflejando actos de maldad, históricos o completamente ficcionales. “El orden lo es todo y la simulación tiene tanto poder como el terror para que un sistema sea eficaz” (en Los ojos de Sarah de Sergi Bellver).
El narrador del cuento de Juan Terranova menciona que “imaginar entre dos es imaginar siempre un poco más”. En este sentido, el lector en un cuento villano es imprescindible. El juego oscuro que se instaura entre el escritor villano y el lector sediento de relatos ominosos es el motor de esta literatura. Por eso, además de la calidad de muchos de los cuentos de la antología, la idea de pasar un buen rato regodeándose en la villanía es lo que nos atrae de este libro. El miedo, el asco y el horror son una de las caras más fuertes de la seducción. “Eso es lo que más asusta, supongo, esa cualidad del mal -de lo que usted y los suyos llaman ‘el mal’-, la capacidad de vibrar y extenderse como por contagio, como una gota de tinta que cae en una hoja de papel y se hincha y crece hasta límites que superan con mucho a la gota. Pero no es mal, eso no es el mal… es sólo hambre” (en Correcto Doctor Gault de Cabrera).
Regodearse con lo más bajo, como Silvio Astier, y disfrutarlo es la experiencia que nos propone La banda de los corazones sucios. En la sonrisa maléfica del villano, o en el grito de su víctima, es donde comprendemos el mundo también como un juego macabro. La lectura, en este caso, es una manera de disfrutar el mal que se imagina y que, con suerte, jamás se va a experimentar en carne propia.
Es de esta búsqueda, me parece, de donde nace la tradición de los cuentos del último libro publicado por Editorial El Cuervo de La Paz. Este libro es, pues, como nos dice en el prólogo Salvador Luis, compilador del conjunto, “un libro de cuentos que sólo desea el mal”.
Para adentrarse en la lectura de estos catorce cuentos de escritores hispanoamericanos es necesario entender que las narraciones que vamos a encontrar versan sobre la maldad, ya sea desde la experimentación o desde la observación. Es por esto que el humor negro que recorre la antología es una de las características más importantes que unen los catorce cuentos. Ahora bien, para acercarse a un libro macabro el lector tendrá que dejar a un lado los burdos prejuicios y los puritanismos racionales. Como dice Salvador Luis en el prólogo: “practicar el mal para regocijarse en la maldad”. Esto es lo que buscan los autores de los relatos compilados en La banda de los corazones sucios. Asesinos, paranoicos, estudiosos, carcelarios, nazis, dictadores, gobernantes, lumpen, alcohólicos, entre otros, desfilan en las páginas del libro para mostrarnos varias versiones de la maldad. Se mata, por ejemplo, por venganza, por placer, por odio... En el cuento Ciencias virales, del escritor Juan Terranova (que también ha publicado el libro Música para rinocerontes en la misma editorial paceña) leemos: “Los nuevos héroes negativos son sinceros, no son buenos, son malos, nos van a lastimar, y nos van a liderar entre el humo del masoquismo hacia el caos en su propio beneficio. Serán honestos en eso y sólo en eso”. Es esta la fascinación que ejerce la mayoría de los personajes de esta antología. Así entendemos el poder de los villanos en la literatura universal. En el cuento Correcto Doctor Gault, de Leonardo Cabrera, un asesino condenado le escribe a su psiquiatra: “Antes que yo muchos hombres buenos y valiosos serán olvidados”. En Pavura, de Antonio Ortuño, el narrador comenta: “Imagino que el niño de brazos que portean dos padres risueños puede haber sido atiborrado de algún líquido corrosivo y pernicioso que envenene la atmósfera”. En este sentido, los efectos de la maldad se encuentran muy ligados a las elucubraciones de la imaginación. La villanía está, y muy importantemente, en la posibilidad de imaginar. La maldad parte de la fantasía. Un villano no puede existir sin imaginación, como tampoco los escritores de esta banda de corazones sucios. Antes que asesinos o torturadores, los escritores eligen hacer el mal desde un escritorio. Esta paradoja es parte del humor negro que instaura el libro y de la misma literatura villana en general. La maldad puede ser instintiva o intelectual, pero siempre parte de la imaginación. En el prólogo, Salvador Luis apunta: “son personajes de la vida y de la ficción que no siempre honran el código heroico, sino que más bien lo subvierten y lo ponen en jaque”. Es así que en el libro se mezclan personajes reales e imaginarios, todos reflejando actos de maldad, históricos o completamente ficcionales. “El orden lo es todo y la simulación tiene tanto poder como el terror para que un sistema sea eficaz” (en Los ojos de Sarah de Sergi Bellver).
El narrador del cuento de Juan Terranova menciona que “imaginar entre dos es imaginar siempre un poco más”. En este sentido, el lector en un cuento villano es imprescindible. El juego oscuro que se instaura entre el escritor villano y el lector sediento de relatos ominosos es el motor de esta literatura. Por eso, además de la calidad de muchos de los cuentos de la antología, la idea de pasar un buen rato regodeándose en la villanía es lo que nos atrae de este libro. El miedo, el asco y el horror son una de las caras más fuertes de la seducción. “Eso es lo que más asusta, supongo, esa cualidad del mal -de lo que usted y los suyos llaman ‘el mal’-, la capacidad de vibrar y extenderse como por contagio, como una gota de tinta que cae en una hoja de papel y se hincha y crece hasta límites que superan con mucho a la gota. Pero no es mal, eso no es el mal… es sólo hambre” (en Correcto Doctor Gault de Cabrera).
Regodearse con lo más bajo, como Silvio Astier, y disfrutarlo es la experiencia que nos propone La banda de los corazones sucios. En la sonrisa maléfica del villano, o en el grito de su víctima, es donde comprendemos el mundo también como un juego macabro. La lectura, en este caso, es una manera de disfrutar el mal que se imagina y que, con suerte, jamás se va a experimentar en carne propia.
Revista Fondo Negro
Bolivia, septiembre de 2010